Foto: Josemi Rodriguez

Situada en el norte del pueblo, protegiendo las calles del frío viento que desciende de la Sierra de Cantabria, ocupa en extensión el espacio existente entre las tres calles longitudinales de Laguardia: la de Páganos, en la parte occidental, la de Santa Engracia en la oriental y la calle Mayor en el centro. Es por esta última por donde se tiene el acceso principal al templo.

Es de planta rectangular con tres naves longitudinales, separadas por pilares, una nave de crucero, más larga que el templo ya que alberga dos capillas en sus extremos, y un ábside semicircular al interior y poligonal al exterior. Adosada al ábside en el lado de la Epístola se encuentra la sacristía obra de estilo renacentista, añadida en 1549 cuando se derriba la cabecera gótica que terminaba en tres absides, y se realiza la obra que contemplamos actualmente.

Las bóvedas que cubren las naves son de crucería gótica con terceletes, mientras que el tramo central de la nave de crucería presenta una bóveda de tipo renacentista a modo de artesonado con figuras entre las que destaca el relieve del Padre Eterno. Los dos tramos restantes de la bóveda presentan bóvedas realizadas en tramos trapezoidales, quedando bóvedas estrelladas con claves muy desarrolladas de épocas renacentistas.

Períodos de construcción

Destacamos varios períodos de construcción debido a que la terminación del templo se dilata en el tiempo y también a las remodelaciones que se hacen posteriormente dejando impronta de los nuevos estilos que corren en el momento de la remodelación que se trate.

Los primeros vestigios artísticos se sitúan en la parte norte y noroeste de la parte exterior del templo. Son los muros que dan al patio de la escuela y aquí encontramos arquillos ciegos y fajas lombardas que decoran la parte alta del muro. Datan de principios del siglo XII que es cuando se comienza la construcción en un estilo románico que es como corresponde a este período.

A finales del siglo XII y siglo XIII el románico sigue su curso en Santa María de los Reyes dejando sus muestras en el muro occidental, enfrente de la torre abacial. Es el muro que corresponde a los pies del templo y en el que se emprendió una gran reforma a principios de la segunda mitad del siglo XX.

Aparecen aquí dos ventanales románicos de transición bastante restaurados y rehechos.

También en el extremo noroeste del muro de poniente (hacia la izquierda del mismo), aparece una puerta gótica cegada por el interior. Está formada por varias arquivoltas que arrancan de columnas redondeadas y rematadas por capiteles vegetales. Sobre ellas se halla un pequeño tejaroz sostenido por canecillos con decoración vegetal y antropomórfica.

A los pies de la nave central, pasando debajo del coro hay una puerta nueva, con arcos de medio punto y rematada con dos gruesos machones que hacen la función de contrafuertes y que datan de la restauración de 1954.

En el período gótico (siglos XIII al XV), se sigue trabajando en el templo ampliándolo y reconstruyendo nuevas obras según la moda que propone el estilo en vigor de cada siglo.

Foto: Aitor Ayesa

En los primeros momentos góticos se eleva la altura del templo y se realizan los arcos sepulcrales. Posteriormente en el siglo XIV se van introduciendo cambios arqitectónicos como las bóvedas de crucería con terceletes y trabajos realizados en las columnas centrales. Este período verá florecer la obra más importante realizada en el templo: La portada que da acceso al templo.

A mediados del siglo XVI se destruyó la cabecera del templo para ampliar la misma, lo que trajo como consecuencia la ampliación y transformación de parte del crucero y del ábside, cambio que se realizará en estilo renacentista.

La obra renacentista trajo el actual ábside ochavado al exterior y semicircular al interior, parte de las bóvedas del crucero -principalmente el tramo central- y el añadido de la sacristía en la suroriental del ábside.

Una vez realizada la obra del ábside, pudo abordarse la realización del Retablo Mayor, obra de Juan de Bascardó realizado ya en pleno siglo XVII, en un renacimiento donde se ve el manierismo y se apunta el barroco como el estilo que se va a hacer eco de las nuevas modas que llegan de fuera.